Ya sé que las actualizaciones suelen funcionar como se espera, pero hay veces que parece una historia de Instagram. Es una de esas historias donde algún influencer postea fotos de un mar infinito, azul, lleno de calma y serenidad. Pues eso sería mi plataforma ahora mismo.
A veces, por las configuraciones sicodélicas y otras veces por un cúmulo de coincidencias y sucesos paranormales, las actualizaciones acaban siendo una playa llena de mierda que intento dejar en orden, limpia y moderna. Mientras, miles de turistas intentan sacar la foto perfecta, solo mostrando lo bonito.
Podéis pensar que soy un inútil (y es posible), pero siempre intento tener todo bajo control. Reviso que todo sea compatible, limpio lo que puedo de la plataforma, sigo las buenas prácticas recomendadas por el fabricante, hago pruebas en desarrollo y todo parece funcionar a la perfección. Es ahí cuando consigues la foto perfecta y la subes a Instagram. «To flipao» con tu nueva actualización perfecta.
Entonces empiezan a llegar los comentarios: «No puedo acceder a mi escritorio», «Antes podía poner full screen», «La cámara se ve verde», «El certificado no es válido», «No funcionan los tags»… Pero ¿qué cojones…? Si ha pasado 28 QAs. Empiezas a ver cómo se acerca un tsunami a tu playa idílica y tienes que ir salvando a la peña. ¡Primero mujeres y niños! Ese cliente especial que se deja una pasta todos los meses.
Cuando ves que todo se ha ido de madre y no entiendes por qué, mientras haces de Torrente, abres un caso con Citrix para que te ayuden, mientras intentas solucionar cada uno de los problemas.
Al final, siempre acabas resolviendo el problema de una u otra forma y te das cuenta de que nada de lo que ha pasado estaba en el manual, nada estaba documentado, ni son errores esperados. Solo la gente que se pelea con ello día a día, es la que te aporta la solución en un foro que encontraste por casualidad y te cuentan su experiencia.
Y justo cuando te vas a casa, con la sensación de haber arreglado todo, llega un correo de Citrix diciéndote que vuelvas a probar lo que hiciste, porque ahora tiene que funcionar. Sin ganas de más, mientras te palpita el párpado derecho, cierras el maldito correo y te vas a casa.
Bueno, reconozco que no siempre es así. Y cualquier parecido con la realidad, depende de tu experiencia.